EL ASCENSOR


(En medio de la escena, se encuentra  un bastidor con forma de cubo, sin techo ni pared frontal de dos metros de alto y lado).
(Entran por un costado: PROMOTOR, HOMBRE y MUJER. Se paran a un costado del cubo).
PROMOTOR (Joven vestido con traje negro, corbata y camisa blanca. Se detiene al costado del cubo) –Acá lo tienen. Esto es lo que ustedes están buscando. Nuestra empresa jamás ha tenido un problema con nuestros trabajos realizados. No por nada figuramos en el catálogo de las empresas más seguras de Iberoamérica.
HOMBRE (Vestido como empresario) –Más allá del buen diseño, que realmente veo que está acorde al edificio que hemos construido, me gustaría saber cuál es la innovación en materia de seguridad que tienen estos ascensores.
PROMOTOR –Paso a explicarles. Como ya ustedes me comentaron, al ascensor que solicitaron le darán el uso exclusivo para trasladar personas del piso 34 al 35, que es donde están las bóvedas y las oficinas del directorio. Por lo tanto, nadie podrá, sin autorización, llegar al piso 35. Nadie.
MUJER (vestida de traje) –Tenemos algunos empleados que si bien trabajan en pisos inferiores, deben cada tanto ingresar al piso 35. ¿Cómo se agiliza en este caso sin perjudicar la seguridad?
PROMOTOR –Muy buena pregunta. Para eso ofrecemos tres alternativas de seguridad. Cualquiera de ellas las podemos instalar sin ningún problema. Ellas son: cinta magnética, visor ocular, scanner digital.
(HOMBRE comienza a rodear el cubo en atenta observación).
MUJER –¿Podemos hacer instalar dos dispositivos simultáneamente?
PROMOTOR –Por supuesto. Les recomiendo cinta magnética para los empleados de pisos inferiores  y scanner digital para los miembros del directorio. (Muestra un pequeño dispositivo). Éste es el control remoto además que cierra el habitáculo herméticamente ante hostilidades o intromisiones. Funciona con sensor de proximidad.
HOMBRE –Bien, ¿se podrá hacer la prueba como habíamos convenido?
PROMOTOR –Para eso estamos. Aguárdenme que les traigo las cintas magnéticas para probarlas. (Se retira. HOMBRE y MUJER recorren el cubo examinándolo).
MUJER (Mirando el cubo) –Te aviso que leí los mensajes de tu celular.
HOMBRE –No es momento.
MUJER –No es momento. No es momento me decís.
(Regresa PROMOTOR con dos cintitas).
PROMOTOR –Permítanme una muñeca.
MUJER –Él primero le puede pasar su muñeca.
PROMOTOR –Ok. (Mientras le coloca la cinta, HOMBRE y MUJER se miran fijamente).
MUJER –¿De qué material está hecha la puerta? (Le extiende le brazo a PROMOTOR).
PROMOTOR (Colocándole la cinta) –Titanio reforzado. Únicas en el mercado. Entremos para que vean cómo reconoce las cintas magnéticas el sensor. (Entran los tres. Suena una alarma).
HOMBRE –¿Y eso?
PROMOTOR –Porque yo no tengo cinta. Pero observen. (Acerca su pulgar a un borde del cubo y deja de sonar la alarma). ¿Ven? Este ascensor tiene ingresados los datos de mis huellas digitales. También por seguridad, los celulares pierden la señal al ingresar y cerrar la puerta.
MUJER ¿Se puede cambiar el color del piso?
(Se apagan las luces quedando solo un cenital que alumbra  el cubo en su interior).
HOMBRE –¿Esto forma parte de la prueba?
PROMOTOR  No entiendo qué pudo pasar.
MUJER –Pero vos tenés una llave o algo así para abrir. ¿No?
PROMOTOR -¡No! ¡Me quiero matar!... (Tantea sus bolsillos). Cuando fui a buscar las cintas magnéticas llevaba en la mano el control remoto. Creo haberlo dejado en la otra oficina… El control tiene sensor de proximidad. El ascensor se cerró porque no lo tenía conmigo…
HOMBRE (saca su celular pero no tiene señal). ¡Ah, no sé! ¡Vos me sacás de ésta!
MUJER ¿Esto es una broma?
PROMOTOR –Ojalá lo fuera. (Comienza a golpear las paredes).
MUJER (Aterrada) –Sufro claustrofobia… No me digan que no podemos salir.
HOMBRE (Pasando la muñeca con la cinta por el sensor una y otra vez.) –Si esto no es una joda, sos un pelotudo. ¿Sabés que te puede costar el trabajo?
MUJER –Siento que me asfixio. Me siento mal.
PROMOTOR (Tratando de abrir con las manos). –No, señor. Estoy tan asustado como ustedes. Perder el trabajo sería lo de menos. Como es un ascensor de muestra no le instalamos el aire acondicionado. Y ahora está cerrado herméticamente. Si no nos abren de afuera, en dos horas nos quedamos sin aire.
HOMBRE (Alterado toma a PROMOTOR del cuello) ¡Yo te mato hijo de puta!, ¡te juro que te mato!
PROMOTOR -¡Cortala, soltame, pará!
MUJER –Dejalo, imbécil, dejalo que por fin se está haciendo justicia. Vas a morir como una rata.
HOMBRE (Suelta a PROMOTOR que queda arrodillado). ¿Qué decís atorranta? A vos te tendría que matar así no consumís mi aire.
MUJER –¡Mirá quién habla! ¡Vos me consumiste a mí!, ¡y me habías dicho que no volviste con tu ex! (Se sofoca y marea. Se sostiene de la pared).
HOMBRE ¿Y a vos qué te importa si te di todo lo que querías? ¡A vos sólo te importan mis cosas, no te importo yo!
PROMOTOR (Llora de la impotencia) –Basta, basta, basta… Tengo mucho miedo de morir… (Golpea la pared).
MUJER –Si no me importases ¿vos te crees que hubiera hecho todo lo que hice?... ¿No me decís nada? Además, no me podés dar lo que quiero porque no sabés lo que quiero. Siempre me diste lo que vos creías que yo necesitaba. Nada más.
(La luz de a poco disminuye su intensidad a la mitad).
PROMOTOR ¡Sáquennos de acá!, ¡me descompongo!
(Pausa prolongada. Por momentos alguno de ellos golpea la pared sin expectativas de ser escuchados. Al rato, otro recorre el lugar en silencio).
HOMBRE (Mira fijamente a MUJER) –No sé cómo quererte. Nunca supe cómo amar. Me da pánico que me amen.
MUJER –Ya es muy tarde. Ya no vas a cambiar. Me das pena. Si salimos de esta, te juro que no me ves más. Tenés todo y no tenés nada. (Pausa. Se quedan mirando de frente entre los dos).
HOMBRE –Ya lo sé. Y me hiere eso más que la muerte. Y no puedo hacer nada. No sé hacer nada. De a poco se fue descascarando la careta que había construido  con mucho esfuerzo por años. Ya no sé quién soy. En realidad nunca lo supe.
MUJER (Se acerca a HOMBRE, toma su hombro, y lentamente le da un beso en la mejilla). –Me das pena, no te permitiste ser feliz. Te podría haber amado.
HOMBRE (Se da vuelta, dándole la espalda. Apoya su cabeza en el ascensor).
PROMOTOR (Levantándose y secándose los ojos) –Quién lo hubiera dicho. Estamos casi sin aire y aún así no lo sabemos gastar bien.
HOMBRE –No se ni tu nombre. Pero creo que te conozco. Sos el hijo que no tuve. El amigo que no supe cultivar. Sos mi hermano menor a quien ignoré toda mi vida. Con otra cara, pero con los mismos ojos.
MUJER –A mí nunca me viste. Sólo te viste a vos. (Exhala un espasmo como de asma). Es que nunca rompiste el espejo que anteponías ante las personas. Aunque hayas vivido trescientos años, jamás ibas a poder amar. (Se deja caer lentamente hasta ponerse en cuclillas. Promotor se arrodilla para acariciarle la espalda suavemente).
HOMBRE –Es una locura todo esto. Siempre viví solo. Siempre pensé sólo en mí. Y el momento más solitario, el de la muerte, me tiene compartiendo el ataúd. Ironías de la muerte.
PROMOTOR (A MUJER, mientras la sigue acariciando) –No lo tomes a mal, pero acariciarte me calma a mí. Esto hacía mi mamá cuando no podía dormir. Y me canturreaba… La extraño mucho…
MUJER -¿Cómo te canturreaba?, ¿así? (tararea despacio durante un rato una canción de cuna, mientras PROMOTOR sigue hablando).
PROMOTOR –Sí… creo que era esa misma canción. Y después me dormía… y soñaba que no existía el dolor… y hacía una muesca como una sonrisa imperceptible. Y todo era paz.
MUJER (Continúa tarareando la canción).
HOMBRE –No recuerdo esa canción. (Se sienta y deja caer su cabeza hacia adelante).
(MUJER sigue canturreando. La luz lentamente se apaga por completo).  
PROMOTOR –Víctor. Me llamo Víctor.
(MUJER deja de tararear por la mitad de la canción).




Autor: @ConiglioFabian
fabianconiglio@gmail.com


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